Participación y reconocimiento de la mujer y la niña en la ciencia, una demanda aún sin resolver.

‘’Sin mujeres en la ciencia, falta la mitad de las ideas para cambiar el mundo’’. Cristóbal C. Carrión H.
Históricamente, las mujeres han enfrentado innumerables obstáculos para integrarse a ciertas actividades, especialmente en ámbitos como la educación, el trabajo remunerado, la política y la ciencia, como resultado de estructuras patriarcales profundamente arraigadas que restringieron sus derechos y oportunidades. En muchos países, las mujeres fueron excluidas de la educación formal durante siglos, lo que limitó sus posibilidades de desarrollo personal y profesional. Solo a partir de los siglos XVIII y XIX, con movimientos como el de las sufragistas en el Reino Unido y los Estados Unidos, se empezó a cuestionar esta exclusión sistemática.
En la ciencia y la tecnología, nombres como Marie Curie, Rosalind Franklin, Ada Lovelace y Katherine Johnson destacan como ejemplos de mujeres que, a pesar de las barreras, lograron grandes contribuciones, demostrando que la pasión y el talento no entienden de género. Sin embargo, sus logros a menudo han sido invisibilizados o acreditados a sus colegas hombres.
En la actualidad, las cifras muestran que aún falta trabajo por hacer en relación con conseguir una mayor participación de la mujer en estos ámbitos. Por ejemplo, en áreas como la ingeniería y la tecnología, la representación femenina es aún muy baja, con cifras cercanas al 15%. En matemáticas y ciencias computacionales, representan alrededor del 25%, y solo el 35% de los estudiantes de carreras relacionadas con STEM (acrónimo en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) son mujeres.
Según la UNESCO (2021), menos del 30% de los investigadores a nivel mundial son mujeres. Además, ellas publican menos artículos científicos, reciben menos citaciones y tienen menos acceso a financiamiento. En el ámbito laboral, esta situación también persiste: solo el 12% de los miembros de academias científicas son mujeres, y ocupan menos del 20% de los puestos de liderazgo en empresas tecnológicas.
Las cifras siguen siendo desalentadoras. Las mujeres en áreas de STEM ganan, en promedio, un 20% menos que sus colegas hombres; solo el 10% de las startups tecnológicos son fundadas por mujeres, y tan solo el 3% de los laureados con el Premio Nobel en Física, Química, Fisiología o Medicina han sido mujeres.
En México, menos del 15% de los integrantes del Sistema Nacional de Investigadores en los niveles más altos (nivel III o emérito) son mujeres. ¡Ouch!
Los datos son abrumadores y reflejan una sociedad que aún requiere esfuerzos significativos para alcanzar la equidad entre hombres y mujeres, permitiendo a ambos géneros disfrutar de una vida libre y sin factores que perpetúen las brechas de desigualdad. Entre los elementos que han contribuido a esta situación se encuentran los prejuicios y estereotipos. Desde temprana edad, las niñas son menos incentivadas a perseguir carreras científicas. Además, la invisibilidad de modelos a seguir ha sido un factor determinante, ya que durante mucho tiempo se ha omitido el reconocimiento de mujeres que han destacado. Incluso, estos paradigmas se reflejan en ciertas instituciones que suelen imponer barreras como el menor acceso a redes profesionales, mentorías y recursos financieros.
Los términos “techos de cristal” y “pisos pegajosos” son metáforas ampliamente utilizadas en este contexto para describir las barreras y limitaciones que enfrentan las mujeres en el ámbito laboral, especialmente en su acceso a posiciones de liderazgo y oportunidades de crecimiento profesional.
Hoy en día, aunque se han logrado avances significativos, persisten desigualdades y desafíos estructurales. Los movimientos feministas contemporáneos han jugado un papel crucial para visibilizar estas luchas y exigir cambios legislativos, culturales y económicos que promuevan una verdadera equidad de género.
Para fomentar el acceso y la participación de las mujeres y niñas en la educación, la capacitación, la ciencia y la tecnología, además de reconocer su valiosa contribución en estos rubros, las Naciones Unidas conmemoran el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Esta fecha nos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre los avances logrados, identificar las barreras persistentes y trabajar hacia un futuro en el que las mujeres y niñas tengan las mismas oportunidades de contribuir y destacar en la ciencia.
Asimismo, la Red Mexicana de Ciencia, Tecnología y Género trabaja para impulsar la equidad en el ámbito científico, y organizaciones como Mujeres en STEM, Futuras Líderes brindan mentorías y visibilizan el trabajo de científicas mexicanas.
De esta forma, se hace un llamado a la acción para que gobiernos, instituciones educativas, empresas y sociedad en general, promovamos un mundo más inclusivo, justo y próspero para todos y todas.
*Maestro en ciencias y biólogo. Divulgador de la ciencia, escritor y ex director del Planetario Sayab. Capacitador, gestor y auditor ambiental.
Un apasionado del conocimiento y de su exploración.
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Por: Cristóbal C. Carrión H.*
Etiquetas: Edición 149