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La Tierra tiene un segundo campo magnético creado por los océanos.

El campo magnético es creado por un océano de hierro líquido sobrecalentado en el núcleo externo del planeta. Recientemente, un equipo de investigadores de la Agencia Espacial Europea (ESA) descubrió que el segundo campo magnético terrestre es creado por las corrientes oceánicas.

El hallazgo se produjo gracias a la ayuda de tres satélites de la misión Swarm de la ESA, los cuales orbitaron alrededor de 400 kilómetros por encima de la superficie terrestre recopilando señales magnéticas durante 4 años. Los resultados arrojaron que el segundo campo resultó ser 20.000 veces más débil que el campo magnético global.

El segundo campo magnético se originó por el movimiento de los iones que se disuelven en las aguas de los océanos, así como por la alineación de partículas que se encuentran incrustadas en la corteza terrestre. Cuando el agua salada del océano fluye a través del campo magnético de la Tierra, se produce una corriente eléctrica la cual, a su vez, induce una señal magnética.

Con este nuevo descubrimiento, los científicos podrán aprender un poco más acerca de los procesos internos de la Tierra.

Las pupilas de las cabras son rectangulares para tener una mejor visión.

Las pupilas redondas son las que vemos con mayor frecuencia, por ejemplo en humanos, pero las cabras y la mayoría de otros animales con pezuñas tienen ranuras horizontales que son casi rectangulares cuando se dilatan.

Esto le permite a las cabras una visión de 320 a 340 grados; es decir que pueden ver a su alrededor sin tener que moverse. A diferencia de los seres humanos que tenemos una visión que cubre de 160 a 210 grados. El singular diseño del ojo de las cabras evita que entre demasiada luz desde arriba, que podría deslumbrar al animal. Para que no les ocurra poseen la corpus nigra, que son unos alargamientos en la parte superior que actúan como visera para minimizar la entrada de luz desde lo alto.

Además su pupila se adapta, de modo que siempre queda de manera horizontal al suelo, aunque gire su ojo, permitiéndole estar alerta a cualquier depredador, aunque esté pastando.

El croissant no es de origen francés.

El croissant, más que una pieza de pan, es un símbolo presente en todas las boulangeries francesas –panaderías artesanales– que preservan los sabores y técnicas tradicionales del pan estilo francés. Sin embargo, la historia no surgió en Francia. El croissant se creó durante la resistencia de Viena contra los turcos.

Ser panadero es un oficio que requiere madrugar para que el pan esté listo a primera hora del día. Así, los panaderos vieneses fueron los encargados de despertar temprano y alertar a las tropas vienesas sobre la emboscada turca. En honor a esta hazaña, los mismos panaderos crearon un pan que tenía forma de media luna creciente (como la de la bandera turca) para representar su triunfo contra los turcos.

La reina María Antonieta, nacida en Austria, hizo llegar varios croissants a la corte de Versalles y éstos se hicieron parte de la cultura culinaria francesa inmediatamente.

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