Dispositivos móviles al rescate

Niños que apenas abren los ojos y piden el teléfono, y si no se les da no salen de la cama, y ahí empieza la odisea de llegar tarde a la escuela.

Pequeños que se sientan a desayunar solo si la tablet llegó a la mesa, ni siquiera saben qué alimento está entrando en su boca porque están absortos en el aparato, es más, algunos hasta ni siquiera pueden ser autónomos en este momento, solo se limitan a abrir y cerrar la boca de manera robotizada mientras el adulto rápidamente mete la cuchara.

Muchachitos que solo suben al auto si tienen con ellos el dispositivo que los mantendrá entretenidos hacia donde se dirigen, lugar que ni siquiera saben a dónde es, porque hasta el momento todo ha sido tan mecánico y sin prestar nada de atención, que de repente llegan a la escuela.

Los dispositivos móviles han sido en los últimos años usados como una suerte de superhéroe al rescate, que todo lo puede, todo lo soluciona, y despliega su magia en cuestión de segundos, para permitir a los adultos entrar en un estado de tranquilidad, y finalizar con un resople de... ¡UFF LO LOGRÉ! Esta vez sin berrinches, o por lo menos fueron menos y ya se terminó por un rato..... Un rato que se convierte en 2 horas o, en el mejor de los casos, 1 hora.

Lo malo es que este superhéroe no enmascarado, porque sabemos bien quién es, lleva adelante una rutina. La rutina del rescatador, es un buen acompañante de los momentos críticos, es decir, forma parte de los momentos difíciles del adulto. La hora de alimentarse, en donde los niños no quieren sentarse a la mesa, o no hay forma de mantenerlos por más de 10 minutos quietos compartiendo.

Pero este superhéroe se sienta con nosotros, casi que se le da una silla a nuestro lado, porque es un invitado más a la hora de comer.

Permite así una comida tranquila, donde podemos conversar, los adultos, porque nuestro niño junto con el superhéroe solo se relacionan entre ellos en una especie de burbuja, impenetrable, donde nada puede pasar... salvo cuando llega esa frase de “basta de teléfono”. Entonces para nuestro niño el mundo se viene abajo, la burbuja se explotó, y hay todo un mundo amenazante afuera que solo quiere romper este vínculo, de placer y diversión. Conclusión, llega el caos a la mesa.

En los momentos previos y posteriores a la tarea escolar, otra vez el enmascarado entra en acción, esta vez como una suerte de juez premiador. Te voy a dar la tablet porque luego vamos a hacer actividades de la escuela o te la doy porque hiciste muy bien tu tarea. El enmascarado llega a dar una súper medalla de premio por llevar a cabo sus responsabilidades.

Y ahora llega casi el final del día y el enmascarado debe cerrar la jornada con nuestro niño, son los famosos finales felices en los que siempre el protagonista heroico es el que cierra con broche de oro. Como tuvimos un buen día, se le da un ratito más de dispositivo, pero solo un tiempo cortito porque ya es tarde, y no sea cosa que este superhéroe quiera quedarse toda la noche y compartir el sueño con nuestro niños, generando situaciones nocturnas desveladas.

También este superhéroe siempre quiere aparecer más en escena, es un mal necesario, que requiere de más tiempo en acción. Y ya esas 2 horas no alcanzan, ¡quiere más!

Ya en tiempos post pandemia, en donde los niños y jóvenes han vuelto a la escuelas, vemos con más fuerza las consecuencias de este enmascarado que se apoderó de las casas en las épocas del encierro.

Los niños no logran tener la atención adecuada, sus tiempos son muy cortos. No consiguen focalizar ante un evento o situación específica, siempre están en esa situación pero también observando otras cosas a la vez, sin llegar a prestar la debida atención a lo que cada cosa o momento requiere. Todo tiene que ser rápido e inmediato, con respuestas veloces. No hay tiempos de espera.

Todo le atrae, y nada le gusta. No hay dedicación para saber si algo le gusta o le disgusta, porque ello implica pasar un tiempo en esta situación: con las enseñanzas del enmascarado esto no es posible.

Las conductas de berrinches y rabietas se han apoderado de nuestros niños, el héroe de los dispositivos lejos de ser un antídoto para esto es un potencializador eficaz y dañino.

El lenguaje de los niños y la comunicación se remite a gestos, sonidos, que no entendemos de dónde vienen hasta que nos damos a la tarea de ver el dispositivo y los juegos que juegan.

Sugerencias para las familias.

Si bien este superhéroe llegó para quedarse en este mundo, y podemos dejarlo entrar al hogar, debemos poco a poco quitarle el título de héroe y que solo sea parte de un ratito de nuestro tiempo, y una actividad más con nuestros niños.

Debemos volver a estar sentados en una mesa, sin contar con él, y disfrutar de una plática. Debemos despertar a los pequeños y jóvenes con un buen día, y contarles qué rutina vamos a llevar a cabo hoy, sin que la primer palabra sea “teléfono”. Necesitamos volver a los juegos de mesa, actividades compartidas, paseos, tareas recreativas en familia.

He escuchado muchas veces de parte de los adultos que tal o cual actividad/juego/tarea/enseñanza puede llevarse a cabo en el dispositivo. Comento que sí se puede, pero el aprendizaje es distinto. Haciendo eso a través de un dispositivo, falta la atención compartida, el disfrute con el otro, el preguntar ante una duda, la felicitación directa por parte de otra persona, el analizar y pensar juntos, el recrear a través del otro, y entender y asimilar conocimientos llevados a nuestra realidad, y no la realidad de un dispositivo.

Familias dejen de lado este héroe mentiroso y busquen a los verdaderos héroes de esta historia.
¡TIEMPO COMPARTIDO CON NUESTROS NIÑOS!

Facebook: Otra Mirada - Playa del Carmen

Instagram: otramirada.mx

Tel: (984) 116 6772

Por: Natalia A. Alioto

Lic. en Educación Especial

Etiquetas: Edición 111