Trastorno Dismórfico Corporal (TDC)

Quienes viven de su imagen, como bailarines, actores, cantantes, modelos, por nombrar a algunos, fueron seguramente pioneros en el sufrimiento de este desorden psicológico al tener que ajustarse y/o, al no poder hacerlo, tener que vivir bajo una gran presión social y propia.

La belleza innegable del ballet clásico exige sin compasión ciertos estándares estéticos que anteponen al arte sobre el individuo, resaltando un sacrificio vocacional extremo de sus apasionados interpretes. Las exigencias sobre el “look”, presencia correcta y proezas físicas admirables, sumado a una sacrificada vida de dedicación absoluta, han resultado en generaciones de bailarines clásicos altamente frustrados y estresados en lo físico y lo emocional.

Según Wikipedia, recién en 2013 se cataloga al TDC como tal reconociendo un claro problema bio-psico-social. Según el doctor D. Giles, de la Universidad de Winchester: “los jóvenes, tanto hombres como mujeres, cada vez con más frecuencia basan sus ideas de cómo debe ser su apariencia física en las imágenes que ven en los medios”.

Si trazáramos una línea de tiempo que destaque paralelamente la influencia ejercida en los hábitos de las sociedad de consumo, por la Industria del cine, las series, los comerciales de TV, los medios de comunicación y, más recientemente, las redes sociales, marcando convergentemente el incremento de los desórdenes emocionales, anímicos y conductuales de la población, veríamos una clara relación. Los medios de comunicación se transforman en medios de influencia y manipulación conductual (y social), imponiendo “sutilmente” nuevos hábitos, estándares de vida y obsesiones.

Hemos sido conejillos del neuromarketing y la conexión emocional. Pero ahora nos enfrentamos a algo mucho más delicado y letal. Vivimos y aceptamos, sin rechistar, una dictadura experimental descarada que nos induce, inocentemente, a qué debemos comer, qué ejercicios hacer, y cómo debemos vernos. Bienvenidos al cruel y obsesivo imperio de una cultura popular totalmente manipuladora en la que casi ha desaparecido la identidad individual. La forma de conquistar a las masas es con un arma camuflada y selectiva llamada algoritmos y espionaje conductual, obsesionándonos por cumplir con el ideal estético de la “persona perfecta”, y otras muchas cosas más .

El trastorno dismórfico corporal comienza, comúnmente, en la adolescencia y afecta a ambos sexos. Se ve claramente en variaciones del estado de ánimo, tendencias suicidas, ansiedad y/o fobia social, trastorno obsesivo compulsivo, trastornos de alimentación, abuso de sustancias, problemas de salud por conductas de autoflajelamiento, deformaciones por intervenciones quirúrgicas repetidas, etc. Acomplejados de nosotros mismos desarrollamos nuevas y profundas obsesiones.

La propuesta es cuidarnos para estar sanos, funcionales, ser más longevos en salud y disfrutar de nuestros seres queridos o de lo que nos de la gana. Encuentra una actividad física que te traiga equilibrio y paz, que te acompañe en la aceptación de tu propia naturaleza, sin que tengas que compararte con nadie.

Lamentable y paradójicamente, el yoga “mainstream” o comercial en vez de aportar esa paz y ese equilibrio se está convirtiendo en un espejo de la sociedad de consumo, la obsesión por el físico y la forma perfecta. La industria de la moda, las prácticas abusivas con el cuerpo, que no consideran la realidad de cada individuo, como edad, género, estado físico, creencias, salud, nos empujan a actividades para las que no estamos preparados física/emocionalmente, olvidando que cada cuerpo es diferente y único.

El yoga serio no debe olvidar principios fundacionales como Ahimsa (no violencia) y Santosha (completa satisfacción o aceptación). Es decir, que no debemos violentar nuestro cuerpo y reconocer que es sano aceptarnos como somos. Desde esa plataforma podemos evolucionar orgánicamente. Necesitamos este lugar de paz para vivir plenamente, tener relaciones armoniosas y fructíferas.

Ojo, este no es un llamado al conformismo, sino a hacer las paces con la realidad individual, como plataforma para el desarrollo personal, desde un mirada no obsesiva y amorosa. Te propongo abrazar y amar la realidad de estar vivos, reconociendo y vibrando con la belleza de esta existencia. Como sociedad necesitamos urgentemente evolucionar hacia una vida de mayor contacto con la naturaleza, replantearnos la relación con nosotros mismos, con los demás, y saber tomar una distancia inteligente de los medios de comunicación en general. No olvides que, como dice Mark Whitwell, “Eres el poder del cosmos”, nada más ni nada menos.

Inspiración :
-Agradezco enormente a Lucrecia Petraglia, artista, bailarina, cantante y actriz profesional, quien ha vivido en carne propia las exigencias de una carrera en el Conservatorio de Danzas Clásicas y, como joven contemporánea que es, las imposiciones de la sociedad en su vivir cotidiano, por ser una fuente de inspiración y por su valentia y coraje. @lucreciapetraglia – -Recientemente descubrí y ¡admiré!!! en IG a @yogacongabi, en dos videos muy valientes en los que critica sabiamente y directo a la línea de flotación, a esta obsesión tan generalizada en la que una parte del mundo del yoga parece haber caido.
Gratitud a ambas

*Raúl (Petra), es maestro titulado por Casa Ananda Yoga Ashram, en PDC. Registrado en Yoga Alliance International (500RYT), Maestro de Heart Of Yoga, autorizado por Mark Whitwell. Enseña en Casa Ananda – PDC, IKAL Tulum, da clases y retiros personalizados.

Fuentes:
Mayo Clinic: https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/body-dysmorphic-disorder/symptoms-causes/syc-20353938

BBC: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2011/04/110401_trastornos_raros_dismorfico_corporal_men

Mark Whitwell: www.heartofyoga.com
Mi maestro presente, fundador de heartofyoga.com, alumno directo de Desikachar, y del padre de éste: Sri T. Krishnamacharya.

Por: Raúl Petraglia – alias Petra*

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