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Los toros no pueden ver el color rojo

Al parecer, los toros son daltónicos lo que desmiente el mito que el rojo los enfurece, ya que no lo pueden distinguir. En las corridas, no se molestan al ver el color sino el movimiento de la capa del matador.

Esta hipótesis está sustentada por el hecho de que el toro también arremete con igual furia contra la otra capa del matador. Esta es más grande y su color es de un lado magenta, y del otro dorado o azul.

La ciencia ha demostrado que la furia del toro no es hacia el tono rojo, sino hacia el movimiento de la capa. Seguramente, también provoca su irritación el hecho de que es atacado y herido durante las corridas, se encuentra en un sitio lleno de gente y se siente amenazado.

Por último, cabe señalar que los toros tienen un campo visual muy amplio, favorecido en gran medida por la forma alargada de su pupila. Pueden ver unos 300 grados sin necesidad de mover la cabeza. En lo que respecta a su audición, escuchan frecuencias de hasta 8.000 Hz, mientras el oído humano sólo alcanza los 3.000 Hz.

La Pizza Margarita se llama así por la reina de Italia

Este clásico estilo italiano de pizza lleva el nombre de la Reina de Italia, Margarita de Saboya. Según cuenta la tradición popular, después de la unificación de Italia, en 1889, durante una visita de la reina Margarita de Saboya a la ciudad de Nápoles, el chef Raffaele Esposito y su esposa crearon una pizza que se asemejaba a los colores de la bandera italiana: rojo (tomate), blanco (mozzarella) y verde (albahaca). En honor a la reina Margherita, le pusieron su nombre, creando así esta afamada pizza.

Sin embargo, las descripciones de esta aclamada receta de pizza se remontan al menos a 1866 en el libro de Franceso DeBouchard, titulado “Costumbres y tradiciones de Nápoles”, donde describe las recetas de las pizzas más populares de la época, en el que incluía una con queso y albahaca, cubierta con unas finas lonchas de queso mozzarella.

Sea cual sea el verdadero origen de esta receta, lo que sabemos con total seguridad es que la versión de Raffaele Esposito que hizo para la Reina Margarita fue la más reconocida y popular. Desde entonces se ha convertido en uno de los símbolos más reconocibles de la cultura gastronómica italiana de todo el mundo.

Solo los ricos podían comprar pimienta negra en la Edad Media

En el siglo XV, las especias llegaban a Europa a través de las rutas terrestres y marítimas de Oriente Medio, y su demanda era muy elevada tanto para uso culinario como medicinal. El problema era cómo acceder a ese mercado por mar, por lo que se envió a exploradores como Cristóbal Colón (1451-1506) y Vasco de Gama (ca. 1469-1524) con el objetivo de encontrar una ruta marítima de Europa a Asia. Hacia el oeste, Colón encontró un nuevo continente en su ruta, pero hacia el sur, Vasco de Gama rodeó el Cabo de Buena Esperanza, navegó por la costa oriental de África y a través del Océano Índico, hasta llegar a India. A partir de 1500, primero Portugal y luego las otras potencias europeas intentaron controlar el comercio de las especias, los puertos donde se comercializaban y finalmente los territorios donde se cultivaban.

Entre las especias valiosas para la preparación de comidas en Europa estaban la pimienta, el jengibre, el clavo, la nuez moscada, la canela, el azafrán, el anís, la cúrcuma, y el comino. Aunque muchas estaban reservadas para las mesas de los ricos, incluso los más pobres utilizaban la pimienta, siempre que podían conseguirla. Las especias, a pesar de su coste, se utilizaban en grandes cantidades. En los banquetes y bodas reales hacían falta sacos de especias y se sabe, por ejemplo, que en el siglo XV, la casa del Duque de Buckingham, en Inglaterra, consumía diariamente dos libras (900 gramos) de especias, especialmente pimienta y jengibre.

Las especias tenían otros usos aparte de su sabor. En la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna, se creía que muchas tenían valor medicinal, y eran molidas y transformadas en pastillas, cremas y jarabes. Se consideraba a la pimienta negra como un buen tratamiento de resfriados y asma, y podía, según los boticarios, curar heridas cutáneas superficiales e incluso utilizarse como antídoto contra ciertos venenos.

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