Sabías que...

El camino más largo de la Tierra sin cruzar ningún océano

Si vas desde Ciudad del Cabo (Sudáfrica) hasta Magadan en el noroeste de Rusia, recorrerás el camino más largo del mundo a pie sin necesidad de cruzar el océano o cualquier otra barrera significativa. Tampoco tendrás que tomar ningún avión o barco ya que encontrarás puentes que te permitirán continuar. Es una distancia 22,387 km y se tarda un promedio de 4,492 horas en caminar. Lo que implicaría un tiempo de 587 días caminando 8 horas al día.

En el recorrido pasarás por 3 continentes: África, Europa y Asia; 16 países y 6 zonas horarias diferentes.

La ruta atraviesa varios puntos conflictivos del mundo y por algunas fronteras cerradas. Habría que pasar de Rusia a Georgia a través de la región de Abjasia; esto es ilegal según la ley de Georgia. También cruza de Siria a Israel, una frontera cerrada al tránsito. Además por Sudán y Sudán del Sur, y algunas zonas que pueden ser anárquicas e increíblemente peligrosas, con poca o ninguna infraestructura (y sin caminos pavimentados).

Las tortugas utilizan campos magnéticos para orientarse en sus migraciones

Desde hace años se está investigando los mecanismos que utilizan los animales migratorios, entre ellos las tortugas marinas, para orientarse en sus largos desplazamientos.

Hasta hace unas décadas se suponía que lo hacían utilizando como referencia la posición del Sol. Nuevos trabajos científicos ponen de manifiesto que el tema es mucho más complejo. Actualmente se conocen especies animales, tanto vertebrados como invertebrados, que en sus desplazamientos utilizan el campo magnético terrestre.

Se sabe de distintos organismos que son magnetoreceptores, es decir, que son sensibles a los campos magnéticos. Esto les permite detectar su intensidad, la dirección y el sentido. Estos animales utilizan la magnetita para orientarse y moverse por el campo magnético terrestre para orientarse durante sus migraciones.

Las tortugas marinas también utilizan los campos magnéticos terrestres para orientarse. En el océano recorren muchos miles de kilómetros y regresan a las playas donde nacieron para efectuar las puestas de huevos. Durante estos largos desplazamientos se mueven a una velocidad aproximada de 1,4 km por hora. Es una hazaña increíble teniendo en cuenta que, además, inician su periplo con apenas unas horas de vida.

La cuestión clave para comprender el fenómeno migratorio de muchas especies animales es entender los mecanismos que permiten la orientación espacial y la dirección que deben de seguir para culminar estos desplazamientos.

Según el reciente trabajo de Brothers, R., Lohman, K de la Universidad Carolina del Norte – Chapel Hill, las tortugas son sensibles a las pequeñas variaciones en el campo magnético terrestre. A medida que se desplazan por los océanos pueden detectar estos pequeños cambios geomagnéticos. Esto les ayuda a seguir el rumbo adecuado para dirigirse hacia su objetivo final, que no es otro que retornar a la playa en la que iniciaron este extraordinario viaje.

La cascada más alta de la Tierra se encuentra bajo el océano

Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de los Estados Unidos, la cascada con la mayor caída que existe en la Tierra se encuentra en el océano, concretamente en el estrecho de Dinamarca (Canal de Faroe Bank), que separa Islandia de Groenlandia.

Allí, el agua fría viaja en dirección sur hasta encontrarse con una más cálida presente en el mar de Irminger. El agua con menor temperatura, al ser más densa, se hunde debajo de la más cálida siguiendo un desnivel del suelo oceánico que crea un flujo descendente estimado en más 3.5 millones de metros cúbicos por segundo.

La altura de esta catarata es de 3.51 kilómetros, tres veces superior que las del Salto del Ángel, 979 metros, la más alta encontrada en la superficie terrestre. La diferencia entre una y otra es que, como la primera se encuentra debajo del océano, se necesita material científico específico para poder detectarla.

Los científicos han sido conscientes de este fenómeno desde hace tiempo y por eso llevan investigándolo con precisión desde el 1995, sobre todo, por el importante papel que juega la catarata en la estabilidad de la circulación de vuelco meridional atlántico (AMOC), un importante regulador del sistema climático global.

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