Luis Aguilar Castañeda: La escultura como un legado vivo

Desde su infancia en Comitán, Chiapas, Luis Aguilar Castañeda descubrió su fascinación por la escultura. “Mentiría si digo que hubo un momento exacto en que despertó mi interés por el arte; es algo que se fue dando, lo tomé como parte de mi naturaleza”, reflexiona. Criado en un hogar de clase media y con una infancia feliz, recuerda que el barro fue su primer medio de expresión. Con el tiempo, exploró materiales más complejos, guiado por mentores que le enseñaron los principios de la escultura y lo impulsaron a perfeccionar su técnica.
Su camino en el arte no estuvo exento de retos. Tras finalizar la secundaria, anunció en una cena familiar su deseo de ir a la Ciudad de México para estudiar pintura. Su abuelo, con una mirada severa, le advirtió: “Un pintor se muere de hambre”. Aguilar, sin titubear, respondió en voz baja: “Prefiero morirme de hambre, pero haciendo lo que me gusta”. Ante la insistencia de su abuelo, cambió su respuesta en voz alta: “Voy a estudiar arquitectura”. Cumplió su palabra y se formó en la Escuela Superior de Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional, carrera que, lejos de alejarlo del arte, le proporcionó una base sólida para su visión escultórica. “Ser arquitecto es un plus, porque nos entrena para ver en tres dimensiones cualquier forma plana. La inspiración puede surgir en una piedra, en la corteza de un árbol...”.
Antes de terminar su carrera, trabajó como dibujante y luego como proyectista en reconocidos despachos de arquitectura, incluido el de Juan Sordo Madaleno, donde participó en proyectos emblemáticos como Plaza Satélite y Plaza Universidad. Más adelante, fundó un despacho exitoso junto a dos socios, arquitectos y también grandes pintores. Sin embargo, su verdadera pasión por la escultura se intensificó cuando fundió sus primeras piezas en bronce. Para perfeccionar su técnica, se inscribió en talleres de modelado y talla en mármol y madera, explorando materiales hasta encontrar un lenguaje propio. “A través del tiempo y del trabajo continuo, se va logrando un estilo. Uno de los elogios más significativos que he recibido fue de un crítico que dijo: ‘La obra de Luis Aguilar no necesita que la firme, se reconoce’. Eso es lo que un artista busca: tocar el alma de quien ve su obra”.
Un momento importante y decisivo para dedicarse cien por ciento a la escultura fue cuando le otorgaron el premio Rodín Grand Price por su obra “Marked Day” en el Hakone Open Air Museum de Japón. “La escultura Marked Day representa para mí la conexión de la creatividad y el subconsciente y el descubrimiento del “ma” que es el espacio entre las cosas que es fundamental en la estética japonesa”.
Su inclinación por la escultura urbana lo ha llevado a transformar espacios públicos con obras que van más allá de la estética, transmitiendo emociones y dejando una huella en el entorno. En Playa del Carmen, sus esculturas Simbiosis, ubicada en la Carretera Federal con calle 20, y Sinfonía Kukulcán, en el Teatro de la Ciudad, forman parte del paisaje urbano. Sin embargo, lamenta que muchas de las piezas gestionadas en el simposio que organizó en 2018 fueran destruidas durante la remodelación del Parque 28 de Julio. “Me ofrecí a reubicarlas, pero nadie escuchó”, dice con resignación.
A principios de este año, presentó “Repaso Vital”, un libro que recopila sus cuatro décadas de trayectoria y que considera un alto en el camino. “Es enfrentarse a un espejo, reconocerse y asumir el compromiso con uno mismo. Con suerte, podré dejar un legado a las nuevas generaciones”. La obra incluye reflexiones personales, textos de escritores, críticos de arte y poetas que han encontrado inspiración en su trabajo.
Actualmente, está inmerso en varios proyectos. “Santuario de la Paz” es una iniciativa que promueve para Quintana Roo y Chiapas, mientras que “El lado invisible de la escultura” busca acercar el arte a personas con discapacidad visual, combinando elementos táctiles y audibles. “Este proyecto me ilusiona mucho, porque expande los límites de la percepción y demuestra que el arte es para todos”.
El maestro Luis Aguilar Castañeda se define como un soñador cuya mayor fortaleza es la perseverancia. A lo largo de su trayectoria, ha dejado su huella en el paisaje urbano con esculturas que invitan a la contemplación y el diálogo. Su obra, profundamente arraigada en la memoria y la emoción, sigue evolucionando con nuevos proyectos que buscan trascender el tiempo y el espacio. Con su libro Repaso Vital, abre una ventana a su universo creativo y comparte la esencia de su arte. Para quienes deseen conocer más sobre su trabajo, basta con acercarse a sus esculturas, explorar sus escritos o simplemente dejarse llevar por la sensibilidad de su legado.
Facebook: @Luis Aguilar Castañeda
Instagram: @aguilarcastanedaluis
“Un artista busca tocar el alma de quien contempla su obra”.
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